Entrevista concedida por el Presidente de la República de Azerbaiyán, Heydar Aliyev, al corresponsal del periódico “Rossiyskaya gazeta” - 15 de junio de 1994


- Muy pronto se cumplirá ya un año de su elección como  presidente de Azerbaiyán. Pero hace unos años muchos estaban convencidos de que la carrera política de H. Aliyev se había terminado...

- Yo no vine aquí, se puede decir, por mi propia voluntad. En 1987, cuando dejé mi trabajo en el Politburó por serias divergencias con los líderes soviéticos, incluyendo Gorbachov, no me dediqué a la actividad política. A finales de 1990, cuando me negaron  la posibilidad de vivir en Bakú, me fui a Najicheván, no deseaba involucrarme en la vida política. Pero en 1991 la situación se había vuelto muy difícil. Esta república autónoma de Azerbaiyán está separada del principal territorio del Estado, comparte fronteras con Irán, Turquía y Armenia, por eso como resultado de la guerra estaba en estado de bloqueo. La gente protestó durante varios días en las plazas y me exigía que encabezara  el Soviet Supremo de la República, y me vi obligado a hacerlo. Empecé a trabajar. Es una región muy compleja. Nuestra vida era difícil, pero si se excluyen las pequeñas escaramuzas en la frontera, vivíamos tranquilamente.

Allí ahora no hay guerra, ni tampoco la criminalidad de antes. Turquía proporcionó un préstamo de $ 100 millones a Najicheván, de los cuales 20  enseguida los utilizamos para comprar alimentos, lo que alivió la situación. Yo pensaba que esta república autónoma era el último lugar para mí.

Pero  en junio del año pasado en Azerbaiyán se agudizó la lucha por el poder, la república estaba al borde de la guerra civil. Entonces la dirección de Azerbaiyán, en la persona del Presidente Abulfaz Elchibey, me pidió que fuera a Bakú y ayudara a salvar a la República de la crisis. No quería  volver, pero luego decidí que no era correcto estar al costado cuando el pueblo  tenía problemas. Por desgracia, dos días después de que empecé a ejercer el cargo de presidente del Soviet Supremo de Azerbaiyán, el presidente Elchibey salió secretamente de Bakú y desde entonces está en un pueblo de montaña en Najicheván. Yo quedé solo. Ahora ya hace 11 meses que trato de poner orden en la república.

-¿Cuáles son los principales problemas  que enfrenta  Azerbaiyán en la actualidad?

- Pasamos por un período muy difícil. Pasar de ser parte del Estado soviético unificado a establecer la independencia y fortalecer la soberanía es de por sí algo muy complejo. La situación se agrava por el hecho de que todas las antiguas repúblicas soviéticas han estado  estrechamente vinculadas, sobre todo económicamente, y la ruptura de las relaciones tuvo una fuerte repercusión en la economía de Azerbaiyán. Por otro lado, la  república está pasando de un sistema económico a otro, de un sistema económico socialista que cuenta con sus propias leyes y sus principios a una economía de libre mercado. Por último, el tercer factor que ha complicado la situación socio-económica en Azerbaiyán es la guerra. Esta guerra ya lleva 6 años, cerca del 20 por ciento del territorio de la república está ocupado, más de un millón de personas viven como refugiados.

-¿Qué puede usted decir sobre las causas del conflicto, y qué se debe hacer para detenerlo?

-Esta guerra no fue comenzada por Azerbaiyán. No hay necesidad de analizar lo que ha pasado, pero quiero decir una cosa. Cuanto todo esto comenzó, Azerbaiyán era parte de un Estado centralizado –la URSS-, y por eso la dirección de la Unión pudo haber evitado el estallido del conflicto. O, una vez comenzado,  detener su desarrollo. Por desgracia, esto no sucedió. El conflicto de Karabaj fue el primer conflicto en el territorio de la URSS, pero ahora, como se puede ver, se han  formado muchos puntos de conflictos.

Azerbaiyán está librando una guerra para defender su integridad territorial. Pero llevo todo este tiempo tratando de poner fin a la guerra por medio de  negociaciones. El 10 de mayo  fue anunciado  un alto el fuego. Actualmente se mantienen  negociaciones con la participación  del Grupo de Minsk de la CSCE y Rusia. Es posible que se pueda llegar a un acuerdo para poner fin al conflicto. Pero con una condición: las fuerzas armadas armenias deben ser retiradas de todos los territorios ocupados de Azerbaiyán, excepto Nagorno Karabaj, desde luego. Las negociaciones sobre el estatuto de Nagorno-Karabaj se pueden llevar a cabo más adelante.

-En Bishkek, durante las negociaciones, se habló de las fuerzas de separación ...

- Ya veremos. En cualquier caso, por supuesto, se necesitan fuerzas para detener la guerra,  vigilar el cumplimiento del acuerdo de alto el fuego, asegurar la retirada de las fuerzas armadas de Armenia. El Grupo de Minsk de la CSCE considera que los observadores constituyen esas fuerzas. Rusia considera que es posible introducir aquí fuerzas de mantenimiento de la paz de la CEI, pero este tema sigue siendo objeto de negociación.

-¿Cómo valora usted la situación en el Cáucaso? Últimamente muchos afirman que Rusia aún no tiene un concepto político claro respecto a esta región.

-Es difícil para mí decir si Rusia tiene una posición clara o no. Pero el hecho es que el Cáucaso constituye una región muy compleja y requiere una posición más reflexiva, equilibrada, sabia. Rusia es un gran país.  Hace más de 200 años que el Cáucaso forma parte de Rusia –tanto de la Rusia zarista como de la Unión Soviética, donde Rusia dominaba.  A su vez, Rusia debe tener el mismo trato con todas las repúblicas del Cáucaso. Si hay un sesgo en una dirección u otra, esto dará lugar a complicaciones y, por supuesto, a una pérdida de su credibilidad en la región. Repito, Rusia debe mantener una posición equilibrada, independientemente de con qué país ha estado históricamente más ligado, independientemente de las religiones. Creo que en ese caso, Rusia tendrá más autoridad en el Cáucaso y el Cáucaso adquirirá mucha tranquilidad. Y más tranquilidad en el Cáucaso significa tranquilidad en Rusia.

- En los últimos dos años las ex repúblicas soviéticas tratan de resolver en el marco de la CEI el problema de la ruptura de relaciones en el espacio postsoviético. ¿Cómo evalúa usted las actividades y perspectivas de esta organización?

-Creo que esta organización tiene perspectivas. Es necesario para que cada república se desarrolle de una manera más eficaz. Por eso cuando yo llegué al poder en  Azerbaiyán apliqué muchos esfuerzos en crear una atmósfera de confianza y las condiciones necesarias para entrar en la CEI.

La verdad es que esto no era tan fácil. En Azerbaiyán, por diversas razones, había una opinión muy negativa hacia la Comunidad de Estados Independientes. No estoy diciendo que todas las personas, pero la gran mayoría tenía tal opinión. En primer lugar, los eventos de 20 de enero de 1990 causaron un daño moral muy grave a la gente. Por otro lado, el Frente Popular, estando en el poder, creó activamente un sentimiento anti-ruso. Por eso fueron necesarios varios meses para cambiar los ánimos de la opinión pública. El 24 de septiembre del año pasado entramos en la CEI. Creo que fue un paso correcto, importante y en el futuro Azerbaiyán debe formar parte de la CEI. Pero en cuanto a las actividades prácticas de la Comunidad, no puedo decir que esta organización ya se haya formado y realmente funcione. Da la sensación de que durante las reuniones de Jefes de Estado, que duran un día y medio o dos, la CEI existe, pero en los intervalos entre ellas parece no existir. Por eso creo que es necesario dar pasos activos para que la CEI funcione con éxito.

-¿Qué se necesita para hacerlo? ¿Tal vez haya necesidad de algún tipo de estructuras supranacionales?

- No creo que sea adecuado. Esto plantea un renacimiento de un estado único, la posibilidad de perjuicio a los intereses nacionales. Ahora las ex repúblicas son Estados independientes y no pueden estar de acuerdo con eso. Pero es necesario contar con una integración más estrecha...

-Antes, en la Unión Soviética, mucho se hablaba de la amistad entre los pueblos. En la CEI se discute de todos los temas menos de este. ¿No cree usted que es eso lo que se necesita ahora?

- Es verdaderamente una pregunta muy importante. En la reunión de Ashgabat hice una declaración oficial y anuncié que yo consideraba la guerra entre dos países miembros de una misma organización como anormal. Pero no recibí respuesta alguna. La segunda vez, el 15 de abril en Moscú, volví a plantear la cuestión de que la CEI fue creada para unir y defender los intereses de nuestra unión, y que por eso es inadmisible que dos miembros de la Unión estén luchando entre sí,  esto nunca había sucedido antes en la historia mundial. Y otra vez ignoraron la cuestión. Pero junto a los factores militares y económicos se necesita un clima moral y ético para la CEI, se necesita fortalecer la amistad entre los pueblos para evitar nuevos conflictos, hostilidades. Las funciones de la CEI deben abarcar  la esfera humanitaria, el fortalecimiento de las relaciones entre las naciones y los pueblos; pero para eso las relaciones dentro de la CEI deben ser  amistosas y amistosas.

-En el corto período de su presidencia usted ha demostrado una gran actividad diplomática. ¿Cómo puede caracterizar la orientación política de Azerbaiyán en el ámbito internacional?

- Considero un éxito haber logrado poner la crítica de las relaciones entre  Rusia y Azerbaiyán en una dirección positiva. Me he encontrado con Boris Yeltsin, Viktor Chernomirdin y otros funcionarios, hemos firmado varios documentos importantes, entramos en la CEI. Es decir, mis primeros pasos fueron dirigidos a restaurar las buenas relaciones con Rusia. Vamos a desarrollar  este curso: Rusia y Azerbaiyán son vecinos muy cercanos; al mismo tiempo, la suerte de muchos ciudadanos de la república que viven en Azerbaiyán y en Rusia está ligada a este país grande.

Naturalmente, somos partidarios de establecer relaciones amistosas con todos los países vecinos, por ejemplo con Turquía. Estas relaciones siempre fueron buenas, pero mi visita a Turquía y el tratado firmado han fortalecido aún más nuestras relaciones.

Otro vecino es Irán. Tenemos una gran frontera común, relaciones tradicionales. Es cierto que la gestión anterior no le dio la debida importancia a las relaciones con Irán, y en nuestras relaciones se produjo cierta tensión. Pero en octubre, durante la visita del presidente Rafsanjani a Bakú, firmamos  una serie de documentos. 

Georgia también es nuestro vecino y allí viven 600 mil azerbaiyanos, el presidente Shevardnadze hizo una visita a nuestro país.

En cuanto a otros países, a medida que sigamos por el camino de la construcción de un Estado democrático, tenemos una gran necesidad de desarrollar las relaciones con los países occidentales, que tienen una larga tradición y experiencia en la esfera de la democracia y la economía de mercado. Por eso recibí invitaciones de los líderes de Gran Bretaña y Francia, John Major y François Mitterrand, visité esos países, tuvimos conversaciones muy fructíferas.

Usted dedica mucho tiempo a la política exterior, a los  problemas del país, al conflicto de Karabaj. ¿En quién puede usted confiar en este caso? En el horizonte político de Azerbaiyán solo se ve una figura, el Presidente Heydar Aliyev ...

-Ya he dicho que no regresé a Bakú por mi propia voluntad  y que no planificaba dedicarme a la política. Quizá suena muy pomposo, pero fue el pueblo quien me llamó. Por eso no tenía preparado ni traje ningún equipo. La verdad es que conozco bien Azerbaiyán, me fui de aquí en 1982, y en este periodo se ha formado una nueva generación de líderes. Yo no tengo ningún partido, trabajo con las personas que hay en la actualidad.

-¿Qué quiere usted decir a los lectores del “Rossiyskaya gazeta” ?

-Quiero que sepan  una cosa: como presidente trataré de establecer relaciones amistosas con Rusia, aplicaré mucho esfuerzo en eso.

Entrevistado por Pável Alekseev.

Periódico “Rossiyskaya gazeta”, 15 de junio de 1994, Bakú-Moscú.

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