Discurso del Presidente de la República de Azerbaiyán, Heydar Aliyev, en la ‎ceremonia de bienvenida al Papa - 22 de mayo de 2002 ‎


‎¡Su Santidad! ‎

Me complace darle la bienvenida en Azerbaiyán. Le expreso mi agradecimiento porque aceptando mi ‎invitación usted ha llegado a Azerbaiyán. ‎

Usted ha llegado a nuestro país en el período muy significativo. ‎

Yo sé que el 18 de mayo usted ha celebrado su cumpleaños. Felicito cordialmente Su Santidad, en ‎esta ocasión. Le deseo buena salud, larga vida, éxitos en sus emprendimientos grandes para establecer ‎la paz y la comprensión en todo el mundo.
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Mañana, es decir, el 23 de mayo, se cumple el 10 aniversario del reconocimiento oficial de la ‎República independiente de Azerbaiyan por el Estado de Vaticano. Su estancia en Azerbaiyán, ‎en ese día es un hecho histórico. ‎

Me complace recordar sobre mi visita oficial a Italia en septiembre de 1997, visité el Vaticano, donde nos ‎reunimos con usted, tenemos un profundo intercambio de opiniones. Estoy muy contento de que ‎después de cinco años le encuentro de nuevo como un huésped querido, esta vez en Azerbaiyán. ‎

‎¡Su Santidad! ‎

Como jefe del Vaticano y el Papa Romano usted ha pasado con valentía de la raya de las ‎tradiciones  establecidas durante siglos. Usted se hizo famoso como el amigo de todos los pueblos y las naciones, ‎independientemente de su religión, raza, origen nacional, se convirtió en un ciudadano del mundo. 
 
El pueblo azerbaiyano siempre se distinguió  por su tolerancia religiosa, comprende bien y elogia ‎la generosidad  y el humanismo de sus actividades. ‎

Sus visitas a países donde la religión islámica está difundida ampliamente, incluso a Azerbaiyán, ‎sirven al establecimiento de la paz y la confianza mutua entre las dos grandes religiones del ‎mundo. ‎

Usted hace propaganda de las ideas de la caridad y la compasión entre las gentes, desea  ‎paciencia y  consuelo a las gentes sometidas al desastre penoso. En Azerbaiyán, hay también  ‎víctimas de tal desastre. Esto es más de un millón de  refugiados azerbaiyanos expulsados de sus ‎hogares como resultado de la ocupación por  vecina Armenia del territorio  de Azerbaiyán. Ellos tienen ‎necesidad de su palabra benévola, consuelo. También tienen esperanza en su ayuda para ‎restablecer la justicia. ‎

‎¡Su Santidad!‎

Usted es el primer Papa que ha visitado Azerbaiyán durante dos milenios de existencia de la Iglesia Católica.‎
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Le expreso mi agradecimiento por esta visita y digo "¡Bienvenido a Azerbaiyán!".‎

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