¡Su Santidad!
Me complace darle la bienvenida en Azerbaiyán. Le expreso mi agradecimiento porque aceptando mi invitación usted ha llegado a Azerbaiyán.
Usted ha llegado a nuestro país en el período muy significativo.
Yo sé que el 18 de mayo usted ha celebrado su cumpleaños. Felicito cordialmente Su Santidad, en esta ocasión. Le deseo buena salud, larga vida, éxitos en sus emprendimientos grandes para establecer la paz y la comprensión en todo el mundo.
Mañana, es decir, el 23 de mayo, se cumple el 10 aniversario del reconocimiento oficial de la República independiente de Azerbaiyan por el Estado de Vaticano. Su estancia en Azerbaiyán, en ese día es un hecho histórico.
Me complace recordar sobre mi visita oficial a Italia en septiembre de 1997, visité el Vaticano, donde nos reunimos con usted, tenemos un profundo intercambio de opiniones. Estoy muy contento de que después de cinco años le encuentro de nuevo como un huésped querido, esta vez en Azerbaiyán.
¡Su Santidad!
Como jefe del Vaticano y el Papa Romano usted ha pasado con valentía de la raya de las tradiciones establecidas durante siglos. Usted se hizo famoso como el amigo de todos los pueblos y las naciones, independientemente de su religión, raza, origen nacional, se convirtió en un ciudadano del mundo.
El pueblo azerbaiyano siempre se distinguió por su tolerancia religiosa, comprende bien y elogia la generosidad y el humanismo de sus actividades.
Sus visitas a países donde la religión islámica está difundida ampliamente, incluso a Azerbaiyán, sirven al establecimiento de la paz y la confianza mutua entre las dos grandes religiones del mundo.
Usted hace propaganda de las ideas de la caridad y la compasión entre las gentes, desea paciencia y consuelo a las gentes sometidas al desastre penoso. En Azerbaiyán, hay también víctimas de tal desastre. Esto es más de un millón de refugiados azerbaiyanos expulsados de sus hogares como resultado de la ocupación por vecina Armenia del territorio de Azerbaiyán. Ellos tienen necesidad de su palabra benévola, consuelo. También tienen esperanza en su ayuda para restablecer la justicia.
¡Su Santidad!
Usted es el primer Papa que ha visitado Azerbaiyán durante dos milenios de existencia de la Iglesia Católica.
Le expreso mi agradecimiento por esta visita y digo "¡Bienvenido a Azerbaiyán!".